La ciudad-música es asaltada por Uri Caine. Se llame Mozart o Beethoven o Mahler o Schumann, al final caerá, se rendirá, no resistirá el asedio. Las vanidades serán puestas de manifiesto, todos los tics en primer plano, todas las barreras saltadas. Y luego, el humo flotando en el aire gris, sólo una triste melodía al final de la tarde, un pensamiento marchito en el crepúsculo, cuando no haya más que ruinas.
lunes, 26 de marzo de 2007
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